¿Qué sensación nos produce cuando conocemos a alguien que se ríe de sí mismo? Seamos francos: Algunas veces hemos pensado, Pobre tarado. No sé de qué se ríe con las cosas que le pasan. U otras veces también podemos pensar, qué bueno que pueda reírse de sí mismo, con cierta envidia.
Lo cierto es que el humor es liberador. Nos permite sacar esos pensamientos que están muy guardados y muy encastrados en el fondo de nuestra conciencia y de nuestra cabeza, para ponerlo en palabras o en acciones. Poder reírnos o utilizar otras facetas del humor, como la ironía o el ingenio, resultan muy estimulantes para dejar salir lo que nos duele. Un ejemplo de esto son aquellas personas que tienen la capacidad de reír de sus torpezas, sus meteduras de pata o los despistes. Logran transformar una debilidad en una fortaleza.
El humor es, en definitiva, una fortaleza
Es un recurso muy valioso de nuestra personalidad. La risa es placer, es juego y es muy liberadora. Sentimos mucho goce al reír y la sensación posterior es de gran alivio y placidez. La risa reduce el estrés y la ansiedad. Eso es porque, entre otras razones, el humor saca nuestras emociones positivas a la luz.
El bienestar que provoca el buen humor nos lleva a tener una mejor tolerancia del dolor y una mejor predisposición social y de inserción en la comunidad con la que interactuamos, ya sea en los vínculos más cercanos, de pareja o familiares, así como con amigos o relaciones laborales.
No es mucho lo que se ha escrito o estudiado al respecto, pero sí se conocen y nadie duda de los efectos paliativos del humor. Se evalúan positivamente mejoras en el sistema auto-inmune y cardiovascular. Por eso se han popularizado en todo el mundo los payasos en hospitales, no sólo con niños, sino también con adultos.
El buen humor es optimismo, esperanza, alegría y satisfacción, por ello vale la pena intentar trabajar este aspecto de nuestra personalidad.